Víctor Avaria, in memoriam

Respetuoso y atento con los alumnos. Muy trabajador. Siempre dispuesto a ayudar. Amable y cooperador, estas son solo algunas características con las que la comunidad FCB recuerda a don Víctor Avaria, funcionario que llevaba 44 años de servicio en nuestra casa de estudios y quien se desempeñaba en nuestra facultad como auxiliar del Decanato y Osteotecas.

Quienes compartieron con él lo recuerdan y despiden, con la consciencia de que su paso por nuestra FCB seguirá latente en la memoria y corazón de quienes disfrutaron de su compañía.

Amaba a su UdeC

“Avaria, así le decíamos por cariño. Tenía su genio, pero era un caballero. Llevo 26 años en la UdeC y esos 26 años estuvo como auxiliar del Decanato”, son las palabras de Vicky Fierro, jefa administrativa de la FCB.

¿Cómo lo describe? “Un funcionario de los que amaba su UdeC. Uno de sus hijos, Alejandro, estudió pedagogía en la universidad. El orgullo de su padre. Siempre nos hablaba de él y este pasaba a veces a ver a su papá a la Facultad”, recuerda Fierro.

Se une a sus palabras don Oscar Cabrera, también auxiliar del Decanato. “Fue un buen compañero y tenía un gran amor por la universidad… y también por sus nietas”.

“Siempre lo llamaban las nietas, sus hijos y era muy cariñoso y preocupado por su familia”, añade también su compañero de labores en Osteotecas, Norberto Vidal.

Apenas llegaba la facultad tenía un ritual. Así lo recuerda su colega y amigo Oscar Cabrera. “Encendía las luces y después a tomar su café. Era de los primeros en llegar porque venía desde Las Higueras en Talcahuano, así que llegaba a tomar desayuno acá. Traía sus tortillitas de campo y ahí nos convidaba a todos. Juntos abríamos la facultad y lo pasábamos bien”.

De la vieja escuela

Salvador de aquellos estudiantes olvidadizos que no tenían delantal para las actividades prácticas de laboratorio, siempre fue querido por el estudiantado. No solo tenía delantales, sino también una palabra gentil, un consejo, una recomendación lectora.

“Se dejaba querer. Tenía los ojitos de lucero, pero también un gesto amable y eso llamaba la atención. Usted lo veía tranquilito, pero siempre estaba pensando en lo que podía hacer, cómo podía ayudar”, cuenta Cabrera. “Se echa de menos ese trato cordial y cercano, que ya no se ve tanto. Era de la vieja escuela”, agrega su amigo.

Bueno para la lectura, se intercambiaba libros no solo con algunas secretarias, sino también profesores y con los mismos estudiantes, incluso con miembros de otras facultades. “Sus famosas novelas, le encantaban. Una historia lo agarraba hasta el final y después, cuando terminaba, decía que había que ir a cambiarlo por otro y así, leía mucho, de todos los géneros”, recuerda Cabrera.

“Incluso a mi hija le prestaba libros. Era muy instruido donde leía tanto, sabía mucho de escritores, pero también de actualidad”, añade Vidal.

“Si no estaba leyendo estaba tratando de reparar algo”, concluye Fierro.

Víctor Avaria era participativo con los estudiantes y con su entorno. También son recordadas sus incursiones con el deporte, cuando hace años la facultad contó con un club de Rayuela que Avaria representó. O cuando ofició de entrenador del equipo de baby futbol de la facultad y lograron ser campeones de la UdeC en el año 1998, 2000 y 2002. El “aguatero”, como le llamaban sus amigos y compañeros de equipo, dio lo mejor de sí y estaba incluso pendiente de que a nadie le faltara el bebestible, por eso el apodo.

Era también hincha de Huachipato y de la Universidad de Concepción y la anécdota futbolera no se queda atrás. Oscar Cabrera revive un paseo a Hualqui en el que jugando un partido se les cayó el balón en un barranco profundo y con zarzamora. “Como era empeñoso él se ofreció para ir a buscarla. ¡Y este chiquillo se nos cae ahí también! Después tuvimos que sacarlo todo arañado, ¡andaba con traje de baño así que imagínese! pero trajo la pelota el muchacho. No creo que la señora le haya creído que fuera la zarzamora”, recuerda entre risas.

Una última despedida

Sus amigos tienen pensado, una vez que la pandemia lo permita, visitar y despedirse de su colega y amigo en el cementerio. Pero por mientras, comparten algunas palabras.

Norberto Vidal manifiesta que el Avaria “aconsejaba para bien. Y siento que me dejó una buena enseñanza, a ser sincero y cordial con los demás y a mantenerme optimista. Siento que también fue un ejemplo para mí por el trato que tenía con su familia, especialmente con su señora, Gladys. Atesoraré nuestras conversaciones durante el desayuno y el almuerzo”.

“Él era como un papá para mí. Su partida ha sido un golpe muy duro porque no nos pudimos despedir y si lo tuviera al frente le diría que lo quiero mucho, que llegó a mi corazón y que tuve una buena escuela, iniciada por él en esos tiempos, y se lo agradezco. Fuiste un gran compañero y siempre te recordaré, amigo”, se despide su colega y amigo, Oscar Cabrera.

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