Con una esperanza de vida de 3 a 5 años en las personas que lo padecen, la Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA, es una de las enfermedades neurodegenerativas más agresivas que se conocen. La ELA cursa con un debilitamiento muscular progresivo que lleva a la muerte producto de disfunciones cardio-respiratorias.
Tradicionalmente, se ha pensado que esta patología se presenta por un desgaste o muerte de las neuronas motoras, lo que les impide enviar mensajes a los músculos. Sin embargo, evidencias recientes hacen creer que esto ocurre a la inversa: lo primero que ocurre en esta enfermedad son fallas en la unión entre neuronas motoras y músculos y esto, como consecuencia y no como causa, llevaría a la muerte neuronal.
En este sentido, tras años de trabajo y estudios liderados por el Dr. Claudio Hetz de la Universidad de Chile, y que incluyen a algunos de los máximos referentes mundiales en esta línea de investigación, el Laboratorio de Neurobiología del Desarrollo de la Facultad de Ciencias Biológicas, liderado por el Dr. Juan Pablo Henríquez, ha colaborado en dar una explicación molecular a esta falla. Esta investigación comenzó hace más de diez años cuando los Dres. Hetz y Robert Brown, de la Universidad de Massachusetts descubrieron, en una familia canadiense que padece dicha enfermedad, mutaciones en una proteína del retículo endoplásmico (Erp57), cuya función normal es plegar a otras proteínas.
Dr. Juan Pablo Henríquez, investigador Facultad de Ciencias Biológicas
Para evaluar la potencial importancia de estas mutaciones en el contexto de ELA, la proteína fue eliminada en distintos modelos in vivo, lo que resultó en un cuadro clínico de ELA. “En esta etapa de la investigación, el año 2013, se nos invita a colaborar, a partir de nuestras capacidades científicas y tecnológicas, además de nuestra experiencia en el tema. Gracias al equipo científico de nuestro laboratorio y a contar con las instalaciones del Centro de Microscopía Avanzada, CMA Biobío, pudimos determinar, a un excelente nivel de resolución que, efectivamente, el daño se producía en la unión neuromuscular y no en la neurona motora”, agregó el Dr. Henríquez.
Este gran avance científico fue publicado en una de las revistas más prestigiosas del área de la Biología Molecular a nivel internacional: EMBO Journal, en la edición Nº 35, del mes de febrero de este año, 2016.[1]
Las proyecciones en esta investigación, que ha sido financiada por FONDECYT y por el Núcleo Milenio en Biología Regenerativa, MINREB, es seguir trabajando en modelos in vivo que ahora presenten las mismas mutaciones que fueron descritas en la familia canadiense estudiada por Hetz y su equipo.
[1] Artículo disponible en: http://emboj.embopress.org/content/35/8/845